
Danny el campeón del mundo. Roald Dahl
Hace unos días la Fundación Cuatrogatos puso en mis manos varios libros de literatura infantil y juvenil que leí con rapidez. Entre ellos se encontraba la novela Danny el campeón del mundo, de Roald Dahl (1916-1990). Este autor inglés de ascendencia noruega, cuya obra es considerada entre las más importantes del siglo XX, no solo logra instalarse en el corazón de los chicos, sino también en la preferencia del lector adulto. Desde su primera obra, Charlie y la fábrica de chocolate (1964), se convirtió en el autor prominente que continuó siendo hasta su ultimo libro, de edición póstuma, The Minpins (1991).
Quien quiera pasar un tiempo delicioso e inquietante debe leer esta novela que atrapa al lector desde su primera página. Por la ingeniosidad de su trama y las estupendas peripecias de los personajes, cada capítulo se convierte en una nueva aventura que nos deja un compendio de enseñanzas sobre la civilidad, la urbanidad y el trato social en un pequeño pueblo y sus alrededores. Entre los temas que trata están las reglas del comportamiento humano, del saber llevarse bien con los vecinos, la valoración de la amistad, la alta estima por el amor entre las personas y especialmente entre padre e hijo. Estos son temas de siempre que en la actualidad tienen también una total vigencia.
Danny y su padre viven en un viejo y destartalado carromato de gitanos detrás de la estación de gasolina que pertenece a este último. Llevan una vida llena de paz solo interrumpida por el tránsito en la estrecha carretera y por las personas que usan sus servicios en la gasolinera. Entre ambos hay una total compenetración y Danny afirma que el suyo -es el padre más maravilloso y divertido del mundo . En fin, un padre perfecto. Pero cuál no sería su sorpresa al descubrir una madrugada que su padre tenía un secreto -profundo y oscuro , y esto lo llenó de dudas, pues creyó que no era quien él pensaba. Pero cuando el padre regresa y le confiesa lo de la cacería de faisanes en el bosque del tirano dueño y señor de las tierras, Víctor Hazell, le vuelve la confianza y se disipan sus preocupaciones.
Lo interesante es ver que poco a poco se va destejiendo la madeja y hasta él mismo, el propio Danny, ayuda a su padre ideando un método para cazar los faisanes del tirano. Pero más interesante aún es la manera en que él va aprendiendo que en el pueblo eran muchos los que detestaban al señor Hazell, y cómo todos estaban de acuerdo en apropiarse de los faisanes que al día siguiente serían víctimas en un torneo de cazadores. Y un dato curioso: Nunca se menciona la palabra -robar ; ellos no roban los faisanes del bosque, sino que los trasladan para que cambien de dueño (de acuerdo con lo que dicta la ley) en una acción que pudiera llamarse de -todos a una como en Fuenteovejuna, donde la complicidad entre los personajes conduce los eventos de la acción al fin que se persigue.
Frases de profundidad filosófica, situaciones humorísticas, ilación en la estructura narrativa, imágenes y descripciones de pura cinematografía, hacen que se quiera leer de nuevo este libro. Las bellas y profusas ilustraciones de Quentin Blake lo hacen aún más deseable.